4 de septiembre de 2013
¡Qué ciudad!
Curiosa esta Ciudad de México. Prohíben la sal en los restaurantes, y ahora, quieren legalizar el consumo de marihuana. Y no es que esto último me importe, lo que me molesta, y mucho, es la falta de sal en las mesas.
27 de agosto de 2013
La ambición
La ambición sólo acarrea problemas. Cuando entramos en la dinámica de acumular —no importa cuánto se pueda conseguir— nunca es suficiente. Únicamente es libre quien aprende a prescindir de todo; el desapego nos libera de cualquier carga. Además, sólo dejando de tener cosas, evitamos el riesgo de perderlas.
22 de agosto de 2013
12 de agosto de 2013
Desacuerdo
27 de julio de 2013
12 de julio de 2013
5 de julio de 2013
Temporada de lluvias
Nueva serie vinculada a la memoria y a la
naturaleza. Conjunto inspirado en las nubes y la lluvia, en el paso de las
estaciones del año, en la luz, en el aire y en los fenómenos atmosféricos. Pequeñas
pinturas que condensan la sensación de sentir el entorno natural y que
transitan de manera errática e impredecible por el paisaje a través de lo
abstracto y lo concreto.
Ver imágenes en jordiboldo.com / Series 2000-2013, Temporada de lluvias.
A veces me siento frágil, vulnerable, y por momentos sin
pizca de ilusión. Es algo así como estar bajo amenaza de tormenta, es una
desazón que me acerca al desequilibrio y me dispone por momentos a abandonar la
pintura. Muchas veces pienso tirar la toalla y asumir de una vez por todas el
fracaso. Sin embargo, siempre sucede algo extraordinario, “providencial”, que
me vuelve a embarcar en una nueva aventura, algo que me hace seguir y trabajar
con renovada emoción. Así llegó, como una bendición, esta Temporada
de lluvias.
Ver imágenes en jordiboldo.com / Series 2000-2013, Temporada de lluvias.
29 de junio de 2013
Hay quienes
12 de junio de 2013
3 de junio de 2013
Pregunta
30 de mayo de 2013
Casas
La Presidencia Municipal de Querétaro a través del Instituto de Cultura tiene el agrado de invitarlo a la inauguración de la exposición
Casas
de Jordi Boldó
Curaduría y museografía: Esmeralda Torres
Jueves 30 de mayo del 2013
Recepción: 19:45 hrs. Permanencia al 7 de julio 2013
Galería Municipal Rosario Sánchez de Lozada
Av. 16 de Septiembre 44, Esq. Allende, Centro Histórico
Tel. 212 07 53
23 de mayo de 2013
29 de abril de 2013
De viajes y soledades
Para mi amigo Joaquín Piñeiro
En el fondo todos somos unos viajeros incurables y solitarios. Y quizá sea el arte y su práctica íntima y habitual, la mayor aventura, el mejor viaje que uno pueda emprender para sentirse —aunque sea sólo un poco— feliz y orgulloso. Es una fortuna tener la audacia de caminar por la ruta de la creación y querer descubrir nuevos horizontes, sin duda más amplios y esperanzadores. Y no importa nada que todo lo que alguna vez imaginamos o hicimos, se convierta, a fin de cuentas, en un breve y fascinante espejismo.
12 de abril de 2013
El tedio
El tedio es un tormento insoportable, y es quizá por eso que me he ocupado de tantas cosas en la vida; para no aburrirme, para entretenerme. Por escapar del tedio, he llegado —como casi todos— al extremo de ser imprudente, de correr algún riesgo. Muchas veces las palabras aburrimiento y peligro van de la mano... y es que es probable que el verdadero sentido de la vida sea exponerse.
1 de abril de 2013
Arte y perfección
1 de marzo de 2013
Mateo Pittore VIII
{Me
gusta la pintura viva, la pintura que enamora, la que se pinta con el corazón y la cabeza juntos}
{Pintar es amar con la mirada}
{Una buena receta para pintar es nunca subordinarse a nada}
{Todo artista debe de profundizar en sí mismo}
{Para crear hay que ponerse límites y no desperdigarse en vano}
{A todo artista le agobia caer en repeticiones}
{¿Es necesario objetivar para crear?}
{Imaginar es pensar en la posibilidad de otras cosas}
{A ciencia cierta ningún artista sabe lo que hace, ni lo que quiere}
{Todo artista vive condenado a una enorme actividad sin remedio}
{El arte nos salva de la monotonía de la vida}
{El verdadero éxito de un artista reside en su esfuerzo, en el compromiso y la dedicación absoluta a su trabajo}
{¿Acaso un pintor no puede cansarse de su trabajo y querer cambiar de aires?}
{Pintar es amar con la mirada}
{Todo artista debe de profundizar en sí mismo}
{Para crear hay que ponerse límites y no desperdigarse en vano}
{A todo artista le agobia caer en repeticiones}
{¿Es necesario objetivar para crear?}
{Imaginar es pensar en la posibilidad de otras cosas}
{A ciencia cierta ningún artista sabe lo que hace, ni lo que quiere}
{Todo artista vive condenado a una enorme actividad sin remedio}
{El arte nos salva de la monotonía de la vida}
{El verdadero éxito de un artista reside en su esfuerzo, en el compromiso y la dedicación absoluta a su trabajo}
{¿Acaso un pintor no puede cansarse de su trabajo y querer cambiar de aires?}
20 de febrero de 2013
Ensimismado
11 de febrero de 2013
Pequeñas memorias
La Universidad de
Guanajuato
a través de la
Dirección de Extensión Cultural
tiene el honor de
invitarle
a la inauguración de
la exposición
Pequeñas Memorias (pintura
de Jordi Boldó)
12 de febrero 2013,
20.00 horas
Galería El Atrio
Plazuela de la
Compañía s/n Zona Centro, Guanajuato, Gto.
Pequeñas memorias de Jordi Boldó: visita a un Aleph
Obligado a la pausa y
a la atención extremada, pero sin asomo de tensión; transportado por pasos
pequeños que, vistos desde afuera, se asemejan más bien a la activa inmovilidad.
Por Carlos Ulises Mata | Marzo 2, 2013 Periódico Correo de Guanajuato
GUANAJUATO, Guanajuato.
Obligado a la
pausa y a la atención extremada, pero sin asomo de tensión; transportado por pasos
pequeños que, vistos desde afuera, se asemejan más bien a la activa
inmovilidad. Emocionado, ahíto, deslumbrado, visité hace unos días la exposición “Pequeñas memorias”, del pintor
mexicano, de origen catalán, Jordi Boldó, que se exhibe en la Galería El Atrio.
Muestra espléndida
Compuesta por
109 pequeñas pinturas, elaboradas con técnica mixta (acrílico, tinta china, gouache,
collage, en libre combinación, aunque nunca todas juntas), sobre paneles de madera de
9.5 x 11 centímetros, “Pequeñas memorias” es una muestra espléndida —revisión y promesa— del arte de un
creador nacido en Barcelona, pero naturalizado mexicano desde hace más de cincuenta años, los mismos que tiene de
trayectoria creativa.
Definido en
ocasiones repetidas como pintor abstracto, sobre todo por la necesidad de la crítica de otorgarle una fijeza
que tranquilice a los historiadores, Jordi Boldó es un pintor sin adjetivos
o, en todo caso, es un pintor que demuestra que el calificativo de “abstracto”
no es una limitación sino una posición avanzada y una conquista superior, ya que todos los
grandes pintores lo son (recordemos dos ejemplos mayores: Turner y Cézanne).
Por mi parte,
al visitar “Pequeñas memorias” en la Galería El Atrio y, más tarde, al leer el texto homónimo de su autoría que se incluye en el catálogo de la exposición, realicé el doble redescubrimiento de
Jordi Boldó como extraordinario pintor y como escritor de gran calidad.
Con las imágenes de sus cuadros todavía en activa sucesión y fusión en la memoria, la lectura
del escrito de Boldó me impresionó al hacerme descubrir las intensidades, violencias y vaivenes
de su infancia y adolescencia, vividas en forma alternada entre Guatemala y México, al lado de su familia
obligada al exilio. Y no porque esa experiencia terrible (que fue la de dos
generaciones de españoles) le pertenezca con exclusividad a él, sino porque Boldó reconoce en esas vivencias
llenas de intensidad exterior el antecedente real del que surgen los cuadros de
la serie abstracta que expone.
La transmutación resulta sorprendente ya que se trata de vivencias que el espectador común no imagina que puedan penetrar en una obra abstracta. Se trata, por ejemplo, de pequeñas hazañas juveniles (ascensión a montañas y volcanes, caza de lagartijas y culebras), de amistades intensas (entre otros, con Chang, el chinito que hacía pasteles de plátano), de revelaciones deslumbradoras y traumáticas (la desnudez de su madre, la visión de su abuela lunática en el asilo) y de actos de violencia política que le tocó presenciar (el golpe de estado a Jacobo Árbenz, el atentado guerrillero a una gasolinera). Además, la sorpresa deriva de descubrir que, como espectador, nunca tuve la necesidad de conocer esas circunstancias y antecedentes para componer mi propio viaje imaginario a través de la exposición.
Un viaje imaginario que tuvo las calidades de una visita al Aleph borgesiano, heterogéneo jardín también imaginario en el que recogí, entre otras, las visiones que transcribo enseguida.
La transmutación resulta sorprendente ya que se trata de vivencias que el espectador común no imagina que puedan penetrar en una obra abstracta. Se trata, por ejemplo, de pequeñas hazañas juveniles (ascensión a montañas y volcanes, caza de lagartijas y culebras), de amistades intensas (entre otros, con Chang, el chinito que hacía pasteles de plátano), de revelaciones deslumbradoras y traumáticas (la desnudez de su madre, la visión de su abuela lunática en el asilo) y de actos de violencia política que le tocó presenciar (el golpe de estado a Jacobo Árbenz, el atentado guerrillero a una gasolinera). Además, la sorpresa deriva de descubrir que, como espectador, nunca tuve la necesidad de conocer esas circunstancias y antecedentes para componer mi propio viaje imaginario a través de la exposición.
Un viaje imaginario que tuvo las calidades de una visita al Aleph borgesiano, heterogéneo jardín también imaginario en el que recogí, entre otras, las visiones que transcribo enseguida.
Sensaciones de un viaje
Vi el salto
de un niño, su ascenso emocionado y su llegada a la cima del aire del
jardín, y su descenso libre en el paracaídas de la imaginación. Pero en el cuadro no
estaba el niño, ni aparecía un jardín, ni se mostraba el paracaídas. Lo que vi, entonces, no
fue al protagonista del salto, sino el salto mismo.
Vi la lluvia por primera ocasión descubierta en su abigarramiento continuado y en la disciplina militar de sus gotas, a veces interrumpida por las rachas del viento. Pero en el cuadro no llovía, ni escurrían hilos de agua. Lo que vi, entonces, lo que experimenté, fue la frescura que sigue como sombra a la lluvia; lo que escuché fueron sus pasos alternados, su danza loca.
Vi el horizonte marino emblanquecido hasta el enceguecimiento, puntuado apenas por el vuelo de un pelícano. Pero nadie aseguraría que en el cuadro apareciera el mar, cierto mar. Lo que vi entonces fue la apertura primigenia a la luminosidad y sus defectos, descubierta un instante después del nacimiento y del espasmo sexual.
Vi la barda de tablas o de ladrillos encalados que resguarda el jardín donde crece el manzano, a cuyo alrededor camina por las tardes la chica frutecida del vestido transparente. Pero no latía nadie detrás del muro (no había muro). Lo que acaso inventé que vi fue la imagen de un sueño de Rothko capturada antes de Rothko por Jordi Boldó.
Vi la lluvia por primera ocasión descubierta en su abigarramiento continuado y en la disciplina militar de sus gotas, a veces interrumpida por las rachas del viento. Pero en el cuadro no llovía, ni escurrían hilos de agua. Lo que vi, entonces, lo que experimenté, fue la frescura que sigue como sombra a la lluvia; lo que escuché fueron sus pasos alternados, su danza loca.
Vi el horizonte marino emblanquecido hasta el enceguecimiento, puntuado apenas por el vuelo de un pelícano. Pero nadie aseguraría que en el cuadro apareciera el mar, cierto mar. Lo que vi entonces fue la apertura primigenia a la luminosidad y sus defectos, descubierta un instante después del nacimiento y del espasmo sexual.
Vi la barda de tablas o de ladrillos encalados que resguarda el jardín donde crece el manzano, a cuyo alrededor camina por las tardes la chica frutecida del vestido transparente. Pero no latía nadie detrás del muro (no había muro). Lo que acaso inventé que vi fue la imagen de un sueño de Rothko capturada antes de Rothko por Jordi Boldó.
Vi, encerrado
en el calabozo de una cárcel provinciana, el dramatismo de un cielo teñido por un cotidiano e
inaccesible atardecer. Pero en el cuadro no había sino libertad. Lo que vi
entonces fue la variación de colores que por capricho adquieren las vetas de un trozo
de madera, en su sinuoso recorrido del blanco, al amarillo, al azul.
Vi un puente
hecho de cuerdas y acechado de pudrición y fragilidad, tendido sobre un abismo en cuyo fondo corre
un río que no pude mirar. Pero en el cuadro sólo podía descubrirse una incisión lineal en medio de la nada
matérica. Lo que vi entonces fue la ejecución visual de un verso de
Octavio Paz: “liana que cuelga del cantil del vértigo”.
Vi un patíbulo solitario y enrojecido hasta el negro tras ser untado
minuciosamente con brea y con sangre. Pero no había verdugos en el cuadro y en medio de tamaña soledad la única víctima propiciatoria era yo. Lo que vi entonces fue la inscripción de una T inmensa que recita en silencio: tiempo, tiempo, tiempo.
30 de enero de 2013
La memoria de las cosas
La memoria de las cosas, Jordi Boldó, Ediciones Monte Carmelo y Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Primera edición, 2013. Editor: Francisco Magaña. 152 pp.
A Esmeralda
A Esmeralda
Este libro es un dibujo de mí mismo, un autorretrato
disperso y errático de mi vida fragmentada. Le di forma reescribiendo,
empalmando y podando varios apuntes y notas sueltas que acumulé con los años.
Es un caprichoso conjunto de textos breves que intentan seguir, más o menos, un
orden temático, pero cuidando no alterar la naturaleza absurda y contradictoria
de la memoria y la reflexión cotidianas. El resultado final viene a ser un
espacio de confesión, revelación, esclarecimiento y redención, cargado de
experiencias, evocaciones familiares e impertinencias. Ese es el espíritu de
estos relatos —algunos reflexivos, otros no tanto— soltados abiertamente, un
poco sin rumbo, y atrapados en los engaños del recuerdo y la razón. A veces
miento o exagero un poco, sólo un poco, para hacer más interesante la lectura,
pero también porqué me gusta ver y contar las cosas, no tanto como son, o como
fueron, sino como me hubiera gustado que fueran. Con estos íntimos apuntes
—algunos ilustrados con fotografías y pequeñas viñetas, como lo hacía en los
cuadernos de mis primeros años de escuela—, confirmo que la fragmentación y la
dispersión siempre han sido parte de mí, aunque creo que estas cualidades son,
sobre todo, propias de nuestro tiempo.
No tengo ninguna pretensión literaria, yo sólo sé contar cosas sin
imaginación, al borde de la literalidad. Escribo para entretenerme y porque me
gusta pensar por escrito en el sentido de la vida y en mi oficio de pintor. He
pasado muchas horas a solas ocupado en estas páginas; fue fabuloso, he podido
hacer un viaje adentro de mí, aunque allí tampoco encontré nada especial.
Escribir ha sido un bálsamo, una especie de remedio al desasosiego y a la
melancolía. Puede que sea una tontería haber publicado estas lucubraciones que
quizá hubieran debido quedarse guardadas en el ámbito privado, pero algo me
impulsó a compartirlas. Este es un libro que, a retazos, cuenta —a veces con
ironía, a veces con seriedad— parte de mi vida, mi trabajo y mi forma de
pensar.
26 de enero de 2013
2 de enero de 2013
1 de enero de 2013
Memoria y horizonte (instalación)
Piezas realizadas espontáneamente en barro. Serie que evoca
uno de mis juegos favoritos en la infancia: la construcción de ambientes y
ciudades.
Serie conformada por ciento treinta piezas, armable de muchas maneras, y que representa una pequeña y cambiante mirilla o rendija de observación al pasado, a lo olvidado.
La experiencia de haber producido este conjunto resulto ser un emocionante y alentador paseo por mi interior que nació por el simple deseo de escarbar en aquellas experiencias iniciales de mi niñez y de profundizar en el espíritu del juego. Y todo, a través de un primer contacto, y de un diálogo ritual con el barro, práctica milenaria asociada a los orígenes del hombre, a su memoria y al paso del tiempo. Con este trabajo, constaté que el barro tiene la capacidad de expresar, como ningún otro material, lo prístino y lo esencial, porque sus elementos son tan puros y poéticos, como la tierra, el agua o el fuego.
Jordi Boldó / Memoria y horizonte (instalación) / Cerámica
de alta temperatura (stoneware) / 130 piezas, medidas variables,
aproximadamente 5m2.
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