En esta breve serie, que es también continuación de Hallazgos a la deriva, me convierto en un reciclador de pinturas pretéritas, las que por muy particulares razones (y no precisamente porque haya hecho algo de lo que me arrepienta) decido modificar hasta llegar a estos Nuevos Hallazgos, más acordes con mis intereses actuales.
Esta vez, el resultado final estuvo orientado de antemano, lo que provocó el surgimiento de varias piezas más o menos utilitarias y previsiblemente distorsionadas. La experiencia de reutilizar mis viejas pinturas como soporte, me deja una sensación especial, similar a la que se tiene cuando regresamos a alguna de esas ciudades que viven aceleradas transformaciones. Guardamos en la memoria una geografía, un mapa mental de esos lugares y sus espacios característicos. Siempre que volvemos a ellos, reconocemos sus calles, edificios y jardines; sabemos que es el mismo lugar, pero choca con nuestro recuerdo la suma de transformaciones que vamos descubriendo. Nos sorprenden las diferencias, los cambios, adaptaciones y sobreposiciones causadas por el paso del tiempo y las acciones del hombre. Son marcas y rastros llenos de significado, señales reveladoras que nos hacen meditar sobre el sentido de la vida y el valor del trabajo. Pues bien, muy parecida a esta experiencia viajera, fue regresar a mis antiguas manchas, formas y colores, para darles un nuevo sentido.
¿Cuánto tiempo pasará para querer reciclar éstas, ahora nuevas pinturas? No mucho, estoy seguro. Mientras, seguiré concentrado en lo mío, practicando una forma de expresión que no se adapta fácilmente a los tiempos que corren (arte sumergente —así le llamo— en oposición al retórico título en boga de arte emergente).
Veo en esta serie, quien he sido, y quien soy al mismo tiempo. La principal diferencia entre los dos, es que he vivido, sumado experiencia y conocimiento. Reconozco que he cambiado, pero percibo una línea constante, sin interrupciones, y creo que dentro de mi dispersión no ha habido una ruptura esencial. Como todos, he acertado y me he equivocado. Confirmo que me gusta trabajar y vivir con lo que se debe hacer cada día, intentado que mis acciones y reflexiones tengan alguna aplicación práctica. La actividad del arte no se consuma exclusivamente exhibiendo o en la publicación del catálogo, principalmente se vive en el taller, lugar donde se piensa y trabaja, y donde se da ese momento ético-reflexivo de hablar con uno mismo.
- Texto original, publicado en el catálogo de la exposición "Nuevos Hallazgos”, 2007, Palacio del Arzobispado, Ciudad de México.
- Ver imágenes en jordiboldo.com en el apartado de Galerías / Nuevos Hallazgos.
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