21 de mayo de 2008

Libertad, Justicia, Democracia









Reflexionar sobre la libertad, la justicia y la democracia ha sido desde siempre una exigencia ética, tanto personal como colectiva. La urgencia de reivindicar estos conceptos se viene escuchando con una voz cada vez más fuerte en los últimos tiempos, no sólo dentro del turbulento entorno social de nuestro país, sino también en muchas partes del mundo. Más allá de cualquier consideración política o filosófica, mi interés en el tema fue ocuparme de él a través de la pintura, y así desarrollar una interpretación propia de la libertad, la justicia y la democracia, conceptos que percibo como nociones abstractas, ideales e imposibles en la realidad, pero que nos sirven de modelo para orientar nuestra conciencia. En el propósito de pintar esta serie, vislumbre desde un principio la posibilidad del ampliar y diversificar mi lenguaje artístico, así como la posibilidad de sumar mi voz al esfuerzo colectivo. Por ser mi tendencia una exploración en el campo de la pintura abstracta, nunca me ha interesado contar una historia o anécdota a través de cualquier referencia figurativa. Más bien, procuro siempre sondear distintas posibilidades interpretativas y encontrar otros signos y constantes desde mi propia subjetividad. "Orienté" esta serie por íntimos mecanismos asociativos, quizá irónicos y erráticos, pero que me permitieron expresarme libremente a través de formas espontáneas. Procuré trasmitir una percepción antiheróica, antisolemne y hasta anárquica de estos temas, y evité cualquier recreación, ilustración, caricaturización o simbolización obvia. Nunca me importó proponer alternativas; no creo que tenga yo nada que decir al respecto, y mi interés se limitó a pintar lo mejor que pude. Pero, de alguna manera, siempre quise llamar la atención sobre estos tres inmemoriales conceptos y en la evidente urgencia de su ejercicio.
  • Texto modificado del original, publicado en el catálogo de la exposición "Libertad, Justicia, Democracia”, marzo de 1997, México, D.F.
  • Ver imágenes en jordiboldo.com en el apartado de Galerías / Libertad, Justicia, Democracia.

Libertad, Justicia, Democracia
Por Luis Carlos Émerich

En la trilogía de Jordi Boldó titulada Libertad, Justicia, Democracia, no hay que buscar más referencias concretas e inmediatas que la opción del pintor por expresarse mediante un lenguaje gestual matérico y su sensibilidad para asimilar los ecos de la conflictiva social de su entorno —y a través de ésta las de todo lugar y tiempo—, como un estímulo creativo personal. De allí el enfrentamiento con sus propias capacidades para imbuirse y hacer pensar, sin más alusiones específicas que el título de la obra, en el derecho de obrar o no obrar, en la virtud de conferir razón o no y en el poder del démos soberano, mejor proyectados como metáforas de los desafíos que enfrenta el artista en el proceso de la creación, que como imágenes simbólicas o sintéticas de las apariciones de la conciencia.

En vez de referir esta trilogía obviedades históricas o a tópicos de actualidad, acaso sea más certero y gratificante pensar que el pintor se ha centrado en esos conceptos como en verdaderas abstracciones históricas que, igual que palabras, han sido llevadas y traídas por el viento dejando a su paso un rastro de veinticinco siglos de incredulidad e impotencia, sin por ello lograr disminuir la fe en la posibilidad de su existencia real.

Por el aire de exaltación característico de la obra de Boldó, se diría que la libertad, la justicia y la democracia han vivido tantas glorias fugaces como sufrido los amagos reales de su extinción total, de modo similar a los intentos emprendidos en el escudriñamiento del ser, y por prolongación, en el propio ser de la pintura como reveladora de la condición catártica de este siglo.

Más riguroso que en De cuerpo presente —su serie de pinturas expuestas en 1995, donde la búsqueda impulsiva de un “cuerpo abstracto” se vinculaba con la materialidad del cuerpo humano y la posibilidad de su extinción repentina—, en estos tres polípticos de ocho piezas cada uno, Boldó ha prescindido de la contingencia personal, pero no de su sensación de precariedad y de amenaza, para explorarla a conceptos que desde su establecimiento en Grecia en el siglo V a.C., funcionaron por exclusión (de los esclavos entonces y, más tarde, de la plebe), y siguen dilatando hasta la desesperanza su calidad de ideales. Son abstracciones confirmables por sus excepciones concretas y sobre ellas se cierne una acechanza tan constante como la muerte sobre el ser humano. Son la inmanencia de la precariedad a todo lo que intenta ser, como arte.

A diferencia de los alientos épicos de la pintura de este género, especialmente respecto a los del romanticismo francés (Géricault y Delacroix, sobre todo) y mayormente antagónicos a los del muralismo mexicano, Boldó se ha aventurado a tratar su tema como lo que realmente es, abstracción, en un clima de intimidad e introversión, para provocar un diálogo de tonos confesionales con la materia, el espacio y el color, como un todo capaz de obedecer a impulsos líricos y reflejarlos tan accidentalmente como brotan, se elevan, se afirman, se desvanecen o fugazmente culminan en su mejor definición. Es decir, Boldó se aventura a descubrir imágenes de algo tan precario como inconmovible, antes que a ponerle nombre a una experiencia invocatoria sólo relacionable con la libertad, la justicia y la democracia en la medida que, como apremiantes necesidades colectivas, acucian al fenómeno creativo. Invocando las fuerzas expresivas de un espacio y una materia latentes a la par y flexionándose en busca del equilibrio, tal vez Boldó experimentó hasta lograr la sensación de sabiduría y dominio, para interrumpir sus interacciones plásticas en el clímax, de modo tan flagrante y aparentemente indescifrable, tal y como se atenta contra el humanismo.

Por este enfrentamiento con la posibilidad de revelación formal, alrededor de la trilogía que da nombre al conjunto, Boldó hizo una serie de “estaciones” previas y posteriores, para ir tentando al azar y midiendo sus propias capacidades de afinación y confirmación de las múltiples maneras de enfocar y perseguir el tema, mientras dejaba salir, agregaba o restaba, o bien, mientras expresaba u ocultaba ese todo imposible por absoluto, hasta sentir que algo —la obra de arte— estaba ocurriendo, aun cuando el tema demostrara por sí mismo estar más allá de los límites racionales, como parecen estar en la realidad los conceptos aludidos.

Las dimensiones físicas de la trilogía dan fe de la grandiosidad interior de la empresa, ciertamente apasionada a la manera romántica, pero materialista en cuanto a la posibilidad de objetivar la experiencia misma de pintar. Esta es el producto de un dilatado debate entre el pensar haciendo y el decir negando, a fin de proyectar asertos y contradicciones ante conceptos que jamás terminarán por ser tan reales como se definieron con palabras en su origen, puesto que tal definición proviene de la incapacidad de dilucidar cabalmente la condición del ser.

La trilogía de Boldó es tan abstracta como su tema declarado y tan concreta como los intentos a que parece reducirse su establecimiento definitivo en la realidad, igual que la razón de ser y existir del arte mismo. De ello han salido tres enormes polípticos en los que apenas si resulta discernible un tema formal atribuible a la libertad, la justicia y la democracia, a menos que, del mismo modo en que lo hizo en De Cuerpo Presente, Boldó haya conferido a tres figuras geométricas más o menos discernibles como elipse, triángulo y rectángulo emergiendo o sumergiéndose en una densísima y fragorosa materia heterogénea, la posibilidad de simbolizar de algún modo muy primitivo, la más mínima señal de que la razón rige este mundo. En este aspecto, la trilogía de Boldó estaría referida al campo de los signos y los símbolos primarios, acaso rupestres, apenas a un paso más allá de la pintura que imitó a la naturaleza para dominarla y un paso antes de la razón, como una transposición del caos en que percibe—emergiendo o sumergiéndose— la libertad, la justicia y la democracia.
  • Texto original publicado en el catálogo de la exposición "Libertad, Justicia, Democracia”, marzo de 1997, México, D.F.

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