Pienso que nada en la vida es tan importante como creemos. Pero
no por ello vamos a dejar de esforzarnos, ni vamos a perder nuestros sueños y ambiciones.
Sufro, como todos, decepciones; sin embargo, he aprendido
que detrás de cualquier desencanto vuelve siempre la esperanza. No
creo —como dicen— que todo tiempo pasado fue mejor, o que los paraísos se hayan perdido; más bien, pienso que jamás existieron. La vida nos da y nos quita todos los días, y
por eso procuro flexibilizar mi mente preparándola
para los cambios que lleguen. Vivir es un permanente esfuerzo de adaptación y aceptación. Nadie
hace lo que quiere, y todos, de alguna manera, nos sentimos frustrados.