8 de octubre de 2010

Arte contemporáneo

Soy enemigo declarado de criterios conservadores y tradicionalistas, sin embargo, no logro dejar de cuestionarme sobre el valor del arte de nuestros días, de su importancia en una sociedad como la nuestra, tan temerosa y superficial, como mercantil y falta de identidad.

Acepto que existen muchos tipos de belleza, pero es evidente que el arte contemporáneo no tiene, precisamente, lo que se dice “buen gusto”. Salvo pocas excepciones, es una forma de expresión que exalta lo feo y lo vulgar, una moda que, en general, engendra propuestas de poca calidad, cuanto más banales y groseras, mejor.

Fotografía de Esmeralda Torres.

3 comentarios:

  1. J'aime bien ton point de vue car tu n'as pas l'air d'être dupe du système. L'art contemporain est en effet assez frelaté mais à qui la faute? Aux artistes qui ont compris le système de la pompe à fric, aux spécialistes qui vivent à leur crochet, aux gogos qui avalent tout discours, le plus abscons étant celui qui les comble le plus, aux spéculateurs ?
    Je n'ai pas la réponse. Une des réponses est sans doute de remettre le système en cause de façon permanente. Mais je ne sais pas si cela suffit. De toute façon, on peut penser n'importe quoi, tout le monde s'en fout.

    Cordialement,

    Roger

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  2. He visto arte contemporáneo de muy buena calidad que me hace vibrar y cosas pésimas también...el arte es un reflejo de lo que vivimos, de los cambios de ideas, pensamientos, costumbres y formas de ver, percibir y sentir... y afortunádamente todo se mueve y cambia, y también afortunadamente podemos elegir lo que nos gusta y lo que no.

    "Los artistas se esfuerzan por proporcionarnos experiencias que modifiquen nuestra forma de pensar, que nos cambien como ninguna otra cosa sería capaz de hacerlo". Arthur C. Danto.

    Abrazo, barbón.

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  3. Lo que yo busco en el arte es el deleite de la vista, el oido, el paladar, en fin , de todos los sentidos, y sí estoy de acuerdo, lo feo, vulgar y banal, sea de ayer o contemporáneo, jamás va a llenar mi espíritu ni mis sentidos.
    Un abrazo, Jordi.

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