
Tengo muchos defectos. Por ejemplo, soy ateo devoto, provocador permanente y me gusta colgar en mi casa mis propios cuadros (quizá porque me salen gratis). También tengo algunas virtudes: soy paciente, trabajador, capaz de atender varias cosas a la vez, y guardo una posición política —equilibrada y poco convencional— que me permite, sin llegar a la indolencia, reconocer lo bueno, tanto de la izquierda, como de la derecha.