
La ambición sólo acarrea problemas. Cuando entramos en la dinámica de acumular —no importa cuánto se pueda conseguir— nunca es suficiente. Únicamente es libre quien aprende a prescindir de todo; el desapego nos libera de cualquier carga. Además, sólo dejando de tener cosas, evitamos el riesgo de perderlas.