Quitando las cosas
buenas —que las tienen—, estoy seguro de que si no tuviéramos agujeros, todo sería
mejor. Casi todos los males nos entran por ahí. Sería bueno nacer sin hoyos, blindados,
y sin ninguna posibilidad de que algo pudiera penetrarnos.
17 de julio de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Pero también nos privaríamos y privaríamos al prójimo de muchas formas del placer. Así que ahi donde lloran está el muerto...
ResponderEliminar¡Saludos maestro Jordi!
La idea, en un principio, me sedujo. Lo malo fue cuando la generalicé, cuando recapacité en que más allá de mí, la ausencia sería también de los otros. Dejó entonces de seducirme.
ResponderEliminar