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Para mi amigo Joaquín Piñeiro
En el fondo todos somos unos viajeros incurables y solitarios.
Y quizá sea el arte y su práctica íntima y habitual, la mayor aventura, el
mejor viaje que uno pueda emprender para sentirse —aunque sea sólo un poco— feliz
y orgulloso. Es una fortuna tener la audacia de caminar por la ruta de la
creación y querer descubrir nuevos horizontes, sin duda más amplios y esperanzadores.
Y no importa nada que todo lo que alguna vez imaginamos o hicimos, se
convierta, a fin de cuentas, en un breve y fascinante espejismo.
El tedio es un tormento
insoportable, y es quizá por eso que me he ocupado de tantas cosas en la vida; para
no aburrirme, para entretenerme. Por escapar del tedio, he llegado —como casi todos— al extremo de ser imprudente, de correr
algún riesgo. Muchas veces las palabras aburrimiento y peligro van de la mano... y es que es probable que el verdadero sentido de la vida sea exponerse.
El verdadero
arte nunca es perfecto. Los defectos son parte de la belleza; todo acto
creativo siempre está lleno de fallos e impurezas.