31 de enero de 2015

d10

De joven suponía que el conocimiento nos acerca a la libertad; creía en la revolución, en el comunismo, en el socialismo autoritario y demás ideales románticos. Con el tiempo, esas convicciones se diluyeron y hoy todo lo que me rodea me resulta desesperanzador, me provoca desconfianza. Hace unos días, lei en la calle un anuncio que decía: “se corrigen poemas visuales”. Quizá vi mal, y lo que en verdad decía, es problemas, no poemas; eso suena más lógico. Ayer —también mientras caminaba— en lugar de leer: “después del quinto desayuno, el sexto es gratis”, leí, el sexo es gratis. Deberé de poner más atención, y además, hacerme revisar la vista, o, definititivamente, no volver a salir a la calle. Pienso que este tipo de cosas me suceden, no sólo por mi natural deterioro, sino porque los pintores somos algo perezosos y pasamos demasiado tiempo sin hacer nada, rumiando tonterías.